Para llegar al corazón de esta entrada —el porqué de que la alcachofa fuera una flor maldecida por Zeus—, hay que arrancar unas cuantas hojas míticas…
La alcachofa, otra muesca en el cabecero de Zeus. Clic para tuitearHay un meme que compara el tamaño de dos tratados de mitología griega. Uno es un mamotreto que incluye los amoríos de Zeus; el otro, casi de bolsillo, prescinde de ellos.

La comparación no es tan exagerada ni traída por los pelos como, en un principio, se nos antojaría. Igual que Julio Iglesias, Zeus bien podría decir aquello de…

Al fin y al cabo, uno de sus epítetos era el de «Padre de hombres y dioses».
Cuando Julio empezó a triunfar, allá por los primerísimos setenta, se comercializó en España una bebida italiana llamada Cynar. Era, y es, un destilado amargo de hierbas y alcachofa. Su nombre comercial viene del científico de la hortaliza: Cynara scolymus. Y este, a su vez, se inspira en un personaje mitológico.

En la isla de Kynaros, al sur del Egeo, vivía en una época más feliz que la nuestra una hermosa princesa que no conocía ni dios ni mortal. Para su desgracia, Zeus se asomó a una balaustrada del Olimpo en una tregua en su desaforada satiriasis. Desde allí contempló su juguete favorito, la Tierra.
La alcachofa nació de un despecho del rijoso Zeus
El futuro Júpiter se hurgaba distraídamente la dentadura después de otro banquete de néctar y ambrosía cuando, ¡por Zeus!, o sea «¡Por Mí!», se le metió por los ojos la doncella más encantadora que jamás hubiera visto (bueno, eso le decía a todas). Como un rayo, se lanzó sobre su presa para, en forma de águila, raptarla.
Seducida la doncella, el inmortal recordó que no sabía su nombre: «Cynara —le dijo ella—, así me llamaron mis padres, a los que tú les has roto el corazón». Desde ese día, la estancia de Cynara entre los dioses fue de lo más amarga. La joven languidecía porque los placeres del Olimpo no bastaban para consolarla de la añoranza de su familia y de su isla.
Finalmente, la princesa raptada burló la vigilancia de Zeus y de su soplón, Hermes, y regresó a Kynaros. Podríamos sospechar que el dios de dioses, ocupado en otros cortejos, se habría olvidado de ella. Pero nada más lejos de sus intenciones, pues sus juguetes —y los del resto— eran suyos, jugase con ellos o no.
Zeus convirtió a un bellezón en un cardo (literalmente)
Zeus se plantó en la isla y, furioso por el desplante de la mortal, la transformó en una flor de duros pétalos parecidos a los dientes de un perro. De hecho, Cynara se relaciona con Kyon, «perro» en griego. Con ese castigo, le negó a la nueva flor el color y el perfume: «Lo más tierno de ti lo encerraré en una coraza. Y ya que te amargaste en la cuna de todo placer, amarga te quedarás». Por eso decimos que la alcachofa, cuyo corazón es lo más sabroso de ella, nació de la maldición de un inmortal despechado.


Los griegos no conocían nuestras alcachofas. El cuento mitológico se refiere, más bien, a la Cynara cardunculus, un cardo. Esta planta comestible es la antepasada del alcaucil de las huertas, que comenzó a tener éxito de crítica y público en la Edad Media, casi a la vez que Julio Iglesias.
En fin, que, como siempre digo, todo está en los mitos. Por cierto, si alguien quiere conocer la lista, casi completa, de los amoríos bisexuales de Zeus, la puede encontrar en mi penúltimo libro ¿Nos hacemos unos griegos?

Cristina
¡Bárbaro !
José Juan Picos
¡Bárbaro Atila! Tú sí que eres bárbara…
Carmen del Río
Muy interesante!!!
José Juan Picos
¡Gracias!