Un tópico de la asesoría literaria para noveles es el de las peripecias de un autor cuyo manuscrito rechazan los días pares y los impares también hasta que encuentra la salida del laberinto. Ahí están William Golding, que se tragó veinte negativas por El señor de las moscas; Agatha Christie y su cuatrienio de escritora novel sin futuro; John Grisham, al que le dijeron «No way!» dieciséis editoriales y un agente, o J.K. Rowling con su docena de «¡Historias de magos?, pero ¿a quién se le ocurre!».

Cómo conseguí publicar en Siruela sin coaching ni consulting: las claves. Clic para tuitear

Hace trece años (¡ya!) me lie la manta a la cabeza y abandoné una profesión, la de guionista televisivo, que me aburría. Ni la televisión tenía nada que yo quisiera ni yo le podía ofrendar más de lo que le había sacrificado. Nada, ¡a escribir para mí y a vivir de ello! (de ilusión también se sobrevive). Las fábulas sobre rechazos con premio final me dieron ánimo al principio, pero no tardé en sospechar que había tanta leyenda en ellas como en los corredores y galerías de Howgarts, sobre todo cuando superé en negativas al mismísimo Golding.

Quien no se consuela es porque no quiere, pero lo cierto es que algo gané. En ese tiempo, musculé mi tolerancia al rechazo; me empaché de realidad; un sano escepticismo hizo de mí lo que nunca he sido, paciente; valoré la discreción y el silencio, y seguí pariendo ideas ni malas ni buenas, sino más o menos oportunas.

Guardo un hermoso recuerdo de las navidades del año de la pandemia, yendo y viniendo entre bibliotecas infantiles

A finales de 2020, año y medio después de publicar ¿Nos hacemos unos griegos?, empecé, un poco al tuntún y luego al trantrán, a catalogar la fauna mitológica de la Antigua Grecia: no los monstruos, sino las mascotas. Eso me llevó a concebir un libro para críos. Primero comprobé en internet cuántas obras había ya sobre la materia: ¿doce?, ¿veinticuatro?, ¿cuatrocientas veintiséis?… Sorpresa olímpica: ¡ninguna! Como alma que se lleva la Parca, por si las musas se lo hubieran inspirado ya a otro, empecé a teclear y a documentarme a la vez, sin tregua ni orden, pero con disciplina espartana. Guardo un hermoso recuerdo de las navidades del año de la pandemia, yendo y viniendo entre bibliotecas infantiles para saber cómo escribir a los chavales. No aprendí nada que no supiera: no les hables como si fueran idiotas porque quedarás como un imbécil. Como, además, tiendo a ser redicho, no me quedaría otra que tirar de sencillez y concisión. De ahí que tuviera la feliz idea de pedirle a Víctor J. Sanz que revisara y corrigiera el manuscrito, un trabajo que le agradezco una barbaridad.

El caso es que en enero de 2021 estaban listas para registro las noventa y tantas páginas de ¡Qué mascota tan divina! (Los mejores amigos de los dioses y los héroes de la Antigua Grecia). Pulido y registrado, puse el original en circulación entre febrero y abril de 2021. Veinticuatro agentes y editoriales infantiles y juveniles recibieron la sinopsis, el currículum y los dos primeros capítulos. Contestaron tres para comunicarme que no les «encajaba», que acudiera a sus concursos o que tuviera mucha suerte… Mientras, la vida, que rara vez cuenta con uno para decidir, pegó un volantazo inesperado y tuve que cerrar el ordenador.

Un año después, recuperado el rumbo, no sabía que Ítaca estaba tan cerca. Buscando un libro sobre los griegos del tiempo de Pericles, acabé un día en la web de Siruela. Brujuleando, me topé con un apartado insospechado para mí, el de Propuestas de edición:

  • Para proponernos la edición de un texto original (novela, literatura infantil o ensayo), envíenos por correo postal, a la atención del Departamento de Lectura o bien al correo electrónico siruela@siruela.com la siguiente información: su currículum vitae, una sinopsis del argumento (máx. 4 págs.), índice (para los ensayos) y número de páginas de la obra. Si al cabo de dos meses del envío, no reciben respuesta, su propuesta habrá quedado descartada.

Naturalmente, calculé cuándo vencían los dos meses en el caso de enviar la propuesta en ese preciso instante. Vale, sesenta y un días de placebo en los que podría fantasear con un montón de «y si…». Eran las siete de la tarde del 4 de abril del año pasado. Reuní lo que pedían y lo mandé.

Al día siguiente, me afeitaba a las nueve y veinte (privilegios de escritor) y sonó el móvil. Prefijo de Madrid. Desconocido. Publicidad, seguro. Muy temprano para que te den la turra. Y sin embargo… ¡lo cogí! Al otro lado, una voz amabilísima se presentó rápidamente (imagino que le habrían colgado alguna vez pensando que era una teleoperadora):

—Buenos días, soy Ana Laura Álvarez, de Siruela, ¿puedes atenderme?

¡Por todos los dioses!, pero ¡qué pregunta es esa?… El caso es que se me pusieron las orejas como farolillo de burdel y llené la pantalla de espuma. Ella siguió.

—Mira, acabo de recibir el reparto de propuestas y la tuya me interesa mucho, ¿puedes mandarme el original? —Yo ya estaba al teclado dándole a «Enviar».

¡Hermes bendito!, me acababa de pasar lo mismo que a Golding, Christie, Grisham y Rowling. No era fábula: ¡pasaba!, ¡me pasaba a mí! Decir que levité toda la mañana sería quedarme corto. Eso sí, frágil como me parecía aquel sueño, decidí que lo que pasaba en casa, se quedaba en casa. Y en casa lo mantuvimos en secreto durante un año.

Aquella primavera de 2022, más fragante y luminosa que nunca, corregimos el título porque no todos los animales que iban dentro eran tan mascotas: Animales divinos (Fauna mitológica de la antigua Grecia). Ana Laura defendió el proyecto, le pusieron fecha, mayo de 2023, y firmé el contrato. En enero, ocho meses después, y demostrándome a mí mismo cuánta paciencia había ganado, me llegó un correo con dos portadas… ¡me pedían opinión! Pues la di y elegí, pero prefirieron la otra con argumentos incontestables. Menos mal: zapatero, a tus zapatos.

Esa mañana también recibí la maqueta del texto editado (apenas, gracias a Víctor) y añadí algunas correcciones documentales achacables al autor. En abril, la portada estaba por fin en la web de Siruela como libro de Próxima aparición, con el aviso de que se publicaría el 3 de mayo.

Mis últimos doce meses se han alimentado de ilusión y de muchas ganas de seguir; diría que. incluso, me han rejuvenecido por dentro. Desde luego que han tenido mucho que ver en ello la seriedad y el respeto de mi nueva editorial, Siruela Ediciones. Sí, esas cosas pasan, y me han pasado a mí.

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