Brexit con puñetas (Ingleses por España en tiempos de Maricastaña) es mi último libro. Tan último, que acaba de salir a la venta en Amazon.

Este ensayo, creo que entretenido, irónico y documentado, nace de mi colaboración semanal en el programa El viajero accidental, de Radio Viajera.

El Brexit tuvo un tatarabuelo que llevaba puñetas y que era muy puñetero... Clic para tuitear

Cada siete días, le dedico unos minutos a algún turista europeo del siglo XVIII que hubiera visitado España; con la condición, eso sí, de que luego plasmase sus impresiones en un libro.

Por la época, que era de mucho bordado en puños y cuellos, y por sus plumas nada clementes con España, la sección se titula «Turistas con puñetas».

La primera de la serie fue la dedicada al autor de Viaje de Fígaro por España, el marqués de Langle, que vio la primera edición de su guía peninsular quemada por el verdugo ante el Parlamento de París. Aquí ienes el pódcast…

Es riguroso llamarlos «turistas», pues entre los siglos XVII y XVIII nació el turismo propiamente dicho. Los jóvenes herederos británicos se embarcaron en un viaje iniciático conocido como Grand Tour; de ahí, touristes. Empleaban varios meses, y a veces años, en recorrer Francia, el Sacro Imperio y, sobre todo, Italia; algunos, incluso, llegaron a Grecia.

Ya en tiempos de Carlos III, los más audaces eligieron como destino una nación «tan desconocida y bárbara —en palabras de Voltaire—como el corazón mismo de África». Y eso que el sofista tenía participación en una firma vitinícola de Jerez.

No es que despreciaran solamente a nuestro país, ni mucho menos: como todo buen turista, los británicos salían a comparar. Y a concluir que no había nada parecido a Albión en ese continente vecino al que desdeñaban con arrogancia. Lo que pasa es que a la España de Carlos III, su principal competidora en la hegemonía mundial, vinieron a abrirla en canal, tal y como nos cuenta el espía y cónsul en La Coruña Alexander Jardine: «Naciones tan cargadas de males invitan a la especulación política. Aquí podemos estudiar el mal gobierno y seguir toda la cadena de sus perniciosos efectos». Inspirados por el mismo desdén que impulsó el Brexit, estos turistas pioneros alimentaron la Leyenda Negra no con miedo y odio, como en siglos anteriores, sino con desprecio y complejo de superioridad.

Cuatro turistas británicos ante el Coliseo, por sir Nathaniel Dance-Holland (1760). Véanse las puñetas en las bocamangas.

En cuanto a la estructura del ensayo, que deseo que te parezca ameno, Brexit con puñetas se abre con una relación de los brexits históricos de las Islas Británicas, desde el Camelot autosuficiente hasta los desplantes de Churchill a De Gaulle: «Si tenemos que elegir entre el continente y el ancho mar, elegiremos el ancho mar». Continúa con una explicación detallada del Grand Tour y sus protagonistas y con una descripción de la España de la época.

Inspirado en Rafa Nadal, he procurado devolver todos los golpes

Pero la columna vertebral del libro son los pecados capitales del cristianismo. Ellos dan título a sus siete capítulos principales: lujuria, pereza, gula, ira, envidia, avaricia y orgullo. Con su complicidad, he agrupado en bloques temáticos las opiniones de nuestros turistas puñeteros acerca de los pecados de los españoles del siglo XVIII. Por ejemplo…

  • Pereza: «El carácter de este pueblo se opone por naturaleza al esfuerzo y al trabajo. Demos a un español una capa, un sombrero y una espada, algo de vino y un mendrugo, y ya no pensará en trabajar».

Edward Clarke, capellán de la embajada británica.

  • Ira: «Ningún tribunal tiene tanta facilidad para descubrir la verdad; [la Inquisición] no respeta plazos ni formas; puede despertar y levantar a los sospechosos en medio de la noche; los puede interrogar a quemarropa, aterrar su imaginación, alentar sus terrores y atormentar su cuerpo».

Joseph Townsend, reverendo anglicano.

  • Orgullo: «Su concepto tan elevado de sí mismos les impide dedicarse al comercio y a los oficios».

Christopher Hervey, turista pionero.

Inspirado en los triunfos del grandísimo Rafa Nadal en el corazón de la Pérfida Albión, ¡Wimbledon!, he procurado en Brexit con puñetas devolver todos los golpes. De ahí que repase la tiranía sangrienta de reyes como el uxoricida Enrique VIII y su hija, Bloody Beth; la epidemia de alcoholismo conocida como Gin Craze y la prevalencia de las venéreas en Inglaterra; la censura que acabó con el teatro inglés del siglo XVIII; el abuso colonial de sus compañías comerciales, que justificaban la esclavitud y la muerte de los vencidos, o la explotación infantil en las minas y telares de la Revolución Industrial. Por cierto, opiniones compartidas por algunos de los turistas seleccionados.

En conclusión, Brexit con puñetas (Ingleses por España en tiempos de Maricastaña) es un repaso entretenido, irónico y documentado sobre la historia convulsa de las relaciones entre dos imperios. Uno , el español, con un pie en la tumba; el otro, en su cuna. Y también una sospecha: el Brexit no es cosa de hoy, sino que hunde sus raíces en el mismísimo ADN británico.

¡Salud y éxito! Y menos puñetas…

P. D.: Mi gusto por el siglo XVIII español es obvio no solo en este ensayo, sino también en mi novela El viento de mis velas (Peripecias de un empedernido bebedor de café). Narra las desventuras del pícaro Yago Valtrueno en la Coruña de la Ilustración, escenario de su venganza contra la crueldad de un indiano despiadado.

 

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