Estamos asustados. Salvo nosotros mismos, no quedan depredadores que nos amenacen. Con una excepción: esos bichitos que no vemos venir y que se nos cuelan por los poros. En este siglo XXI aún tierno, nos espantan los del coronavirus. Y no es un miedo nuevo, sino compartido con el pasado.

Un repaso al terror supersticioso de nuestros antepasados nos devuelve una pizca de sensatez en estos tiempos de COVID. Clic para tuitear